The Lancet
Opinión
Fecha: 3 de abril de 2020
Resumido por: Gal Saffati Grunhaus
Revisado por: Manuel E. Soto-Martínez MD MSc.
El COVID-19, causada por el SARS-CoV-2, es una enfermedad respiratoria aguda que puede conducir a insuficiencia respiratoria y muerte.
Epidemias previas de nuevas enfermedades por coronavirus, como como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), se asociaron con características clínicas y resultados similares.
Por un lado, se podría anticipar que los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas, particularmente EPOC y asma, tendrían mayor riesgo de infección GRAVE por SARS-CoV-2. Sin embargo, la prevalencia de ambas ha sido baja en la mayoría de los estudios de pacientes con COVID-19, patrón que se observó también con el SARS.
Por el contrario, la prevalencia de diabetes e hipertensión en pacientes con COVID-19 o SARS es tan alta o más alta que la prevalencia nacional estimada.
La menor prevalencia de asma y EPOC en pacientes diagnosticados con COVID-19 podría deberse a que haya un diagnóstico insuficiente o un mal reconocimiento de la enfermedad respiratoria crónica en pacientes con COVID-19, particularmente en China.
Sin embargo, esto parece poco probable, ya que en Italia, entre 355 pacientes que murieron con COVID-19 (edad media 79,5 años), se reportó diabetes en 20,3% de los pacientes, pero ningún paciente presentaba EPOC.
Algo similar se observó en USA, donde la prevalencia de enfermedades respiratorias fue menor que la diabetes (8,5% y 10,2%, respectivamente).
La otra hipótesis es que tener una enfermedad respiratoria crónica protege contra COVID-19, quizás a través de una respuesta inmune diferente provocada por la misma enfermedad crónica.
Sin embargo, esta teoría no está respaldada por el hallazgo de que entre las personas con COVID-19 que tienen EPOC como comorbilidad, la mortalidad aumenta.
Una tercera posibilidad es que las terapias utilizadas por pacientes con enfermedades respiratorias crónicas pueden reducir el riesgo de infección o gravedad de la misma.
Aquí los estudios demuestran gran variabilidad. Por ejemplo, en China se estima que menos de la mitad de los pacientes con EPOC utilizan tratamientos estándar que en Europa o Norteamérica se utilizarían. En asma el porcentaje es mayor (75% utilizan tratamiento con esteroides inhalados). Además, en modelos in vitro, se ha demostrado que los corticosteroides inhalados solos o en combinación con broncodilatadores suprimen la replicación del coronavirus y la producción de citocinas.
Sin embargo, no se puede ignorar la posibilidad de que los corticosteroides inhalados puedan prevenir (al menos en parte) el desarrollo de infección sintomática o presentaciones graves de COVID-19. Por el contrario, una revisión sistemática sobre el uso de corticosteroides sistémicos para tratar el SARS, una vez establecida, no mostró ningún beneficio pero sí un posible daño.
Los beneficios o daños potenciales de los corticosteroides inhalados para personas con riesgo de infección por SARS-CoV-2 no están claros en la actualidad, y no hay cambios en el tratamiento o manejo de afecciones respiratorias crónicas, incluyendo EPOC y asma. Sin embargo, la recopilación de datos precisos sobre las comorbilidades y la terapia previa de pacientes con COVID-19 será esencial para comprender los factores de riesgo de infectarse, desarrollar síntomas y ser diagnosticados.
Bibliografía: Halpin D, Faner R, Sibila O, et al. Do chronic respiratory diseases or their treatment affect the risk of SARS-CoV-2 infection? Lancet Respir Med 2020
[https://doi.org/10.1016/ S2213-2600(20)30167-3].
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